Zonas seguras, el ideal para ciudades inteligentes

Comprender los diferentes factores que inciden en el desarrollo de los entornos urbanos es avanzar más rápido hacia la resolución de sus desafíos de seguridad.

El término “ciudades inteligentes” se ha convertido en una de las expresiones más utilizadas para hablar de lo que, creemos, necesitan las ciudades que queremos habitar. Sin embargo, es un concepto tan amplio como ambiguo. Las necesidades de cada comunidad varían según las condiciones sociales, demográficas, educativas, económicas, tecnológicas, medioambientales y de movilidad que caracterizan los territorios que habitamos.

 

Las zonas seguras son un componente esencial para el diseño de ciudades inteligentes. A su vez, la tecnología es un pilar fundamental para el diseño de estas, al aportar soluciones que mejoran la competitividad, sostenibilidad, seguridad pública, calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos.

 

En la actualidad, casi el 75 % de la población mundial vive en ciudades y pueblos. Según las previsiones, este porcentaje alcanzará el 80 % antes del 2050. Las ciudades y las áreas metropolitanas son agentes económicos clave; pero también son lugares donde las percepciones y realidades de inseguridad y baja calidad de vida aumentan día tras día.

 

Sin embargo, las necesidades de nuestras propias ciudades varían de una zona a otra, lo que nos obliga a reconocer que los modelos que adoptamos no son necesariamente los más adecuados. Esto nos lleva a reflexionar sobre cómo lograr que nuestras ciudades pudieran contar, de manera organizada y acorde a sus carencias, con zonas seguras donde sus habitantes no solo tengan la percepción de habitar y transitar por espacios seguros, sino que esto sea una realidad.

 

En este sentido, surge una gran inquietud: ¿Qué camino deberíamos recorrer para que la tecnología y el análisis avanzado de datos a través de la IA nos ayuden a enfrentar los retos de cada uno de los territorios? Quizá, para llegar a esta respuesta, debemos preguntarnos cuáles son las variables en las que deberíamos trabajar para acercarnos a zonas seguras y para lograr, algún día, realmente habitar en ciudades inteligentes.

 

Lo primero que consideramos valioso es identificar cuáles son las necesidades específicas de las zonas que habitamos. Para esto podemos encontrar diversos modelos que nos pueden proporcionar una base. Por ejemplo, el programa de ciudades tipo ‘lighthouse’ – avalado por la Unión Europea – proporciona soluciones concretas para ciudades inteligentes en ámbitos ambientales como calidad del aire, eficiencia energética y movilidad eléctrica. Este enfoque nos puede acercar a aquellas variables que tendríamos que analizar, o a la continuación de este programa sobre ciudades inteligentes y climáticamente neutras, cuyo objetivo es lograr 100 ciudades climáticamente neutras para el 2030.

 

No obstante, para la realidad de las ciudades latinoamericanas, en las cuales no solo requerimos pensar en medio ambiente sino también en movilidad, educación, gobernanza, densidad poblacional, inclusión, desarrollo económico y – claramente – en seguridad, debemos empezar por desmitificar que solo a través de cámaras de vigilancia podemos acercarnos a este concepto.

 

En el último período, en la ciudad de Bogotá, Colombia, se ha implementado un concepto que va más allá del uso de la tecnología para mejorar la percepción de seguridad. Con este enfoque se ha desarrollado un modelo que ha logrado articular al empresariado, la comunidad, la fuerza pública, las empresas de tecnología y las empresas de vigilancia humana, al centralizar cada uno de estos actores a través de un único liderazgo. Esto permite no solo mejorar las condiciones de seguridad, sino que la suma de todos estos esfuerzos busca promover, a través de zonas seguras, el desarrollo económico, turístico, gastronómico y cultural que genera bienestar a todos sus habitantes.

 

Este proyecto se ha llevado a cabo con el apoyo de diversos actores y es una semilla que crece para fortalecer a nuestra ciudad. Cabe destacar que, como líderes y ciudadanos, es necesario transformar el concepto de ‘seguridad’, dejando de considerar que esta solo depende de una fuerza pública, puesto que en esta nueva definición cada uno de nosotros juega un papel fundamental. Desde nuestros roles podemos acercarnos más a este arquetipo.

 

Hablar en territorios latinoamericanos de ciudades inteligentes puede sonar muy ambicioso. Si logramos avanzar con zonas seguras que atiendan las necesidades específicas y que, sumadas, logren un imaginario realizable de ciudad, podremos acercarnos a ese modelo de ciudad que tanto merecemos. La articulación de todas las variables mencionadas y el uso de la innovación tecnológica son fundamentales y ayudarán a ciudades y pueblos a mejorar su gestión. Además, contribuirán a la consecución de las prioridades que beneficien a las personas.

 

Las ciudades inteligentes, a través de zonas seguras, también pueden favorecer a los ciudadanos y empresas al reducir su huella de carbono y transformar los procesos y servicios tradicionales, al determinar la seguridad como la base del desarrollo y bienestar que nuestras ciudades necesitan.

 

Fuente: Ventas de Seguridad

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